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IDENTIDAD NACIONAL

ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI

 

Maitei horyvéva opavavépe

 

David Galeano Olivera

 

IDENTIDAD NACIONAL

Por Rolando Niella – Publicado por ABC Color 22-05-11

Leer (hacer clic) en: http://dgaleanolivera.wordpress.com/identidad-nacional/

Leer original (hacer clic) en: http://www.abc.com.py/nota/identidad-nacional/

Ha sido verdaderamente emocionante asistir al fervor popular con que se ha festejado y el entusiasmo con el que se ha participado en la conmemoración del Bicentenario, a esa amplia muestra del potente vínculo de identidad nacional que nos une a los paraguayos y que está más allá de aciertos y desaciertos organizativos, de diferencias políticas y sociales, porque surge de lo más profundo de nuestra sensibilidad.

Dr. Rolando Niella

Siempre he pensado que Paraguay es uno de los países con mayor identidad nacional en nuestro continente, porque tiene el más poderoso aglutinante que puede tener una nación: el idioma guaraní. Un idioma es mucho más que un medio de comunicación, es la base sobre la que se sienta el imaginario colectivo y desde la que se construyen las señas de identidad de un grupo social.

Una lengua es esencialmente un código compartido; pero es también la fuente de otros códigos imperceptibles que se entrecruzan, como en un bordado de ñandutí, para consolidar una sólida red de vínculos culturales y psicológicos. Los vínculos basados en esos códigos tienen raíces más profundas y generan un poderoso arraigo, un fuerte sentido de pertenencia.

Los paraguayos somos la única nación en la que un idioma nativo, precolombino, se ha conservado no solamente en las comunidades indígenas, sino adoptado y asumido como propio por la mayoría de las personas que integramos la nación paraguaya. Inclusive por aquellos que provenimos de familias emigradas, cuyas primeras generaciones tuvieron que aprenderlo. Inclusive los que por absurdos prejuicios en lugar de aprenderlo lo olvidaron u obligaron a sus hijos a olvidarlo.

Más allá de que lo hablemos bien o mal y hasta de que no lo hablemos en absoluto, los paraguayos pensamos y sentimos a través del guaraní y el guaraní es, por así decirlo, la piedra angular de nuestra cohesión social… En guaraní está nuestro folclore, en guaraní sentimos, en guaraní halagamos y en guaraní insultamos.

Esa cohesión social, ese vínculo profundo es lo que ha salido a relucir con toda su potencia en estos días. Se escuchan muchas críticas a la organización de los festejos por parte de las autoridades, desajustes, torpezas y despropósitos de la organización. No tengo suficiente información para tomar postura sobre el tema; aunque dada la ineficacia normal de nuestras instituciones públicas no me extrañaría que los críticos tuvieran razón.

Pero el verdadero Bicentenario ha sido la gente: los paraguayos y paraguayas que han protagonizado –más allá de autoridades, instituciones y protocolos– una masiva explosión de entusiasmo.

Los reservistas que marcharon después de años o décadas como si hubieran seguido haciéndolo todos los días de su vida; las familias enteras que hacían cola para entrar en la Casa de la Independencia pese a las inclemencias del tiempo, las personas de todas las edades que salieron a las calles con banderas, escarapelas, remeras de la albirroja o cualquier otro símbolo que los identificara como orgullosos integrantes de la Nación Paraguaya.

En el Bicentenario han sido los jóvenes que reclamaban música paraguaya en conciertos y discotecas; los cientos de miles de personas que abarrotaron todos los actos culturales que fueron, a mi entender, lo más logrado y abundante de todo lo que se realizó… Quizás porque nuestros artistas están acostumbrados a llevar adelante su obra con poco o ningún apoyo organizativo.

Estoy emocionado y orgulloso de ese vínculo, esa identidad que nos hace ser, más allá de todo, por encima de todo y, también, a pesar de todo, integrantes de una verdadera comunidad nacional. Estoy entusiasmado por la profundidad del sentimiento nacional, que tanta relación tiene con el verdadero patriotismo y que nos hace sentirnos orgullosos de ser paraguayos sin necesidad de alimentar odios xenófobos, como a veces promueve el nacionalismo agresivo y mal entendido de los patrioteros.

Pero también estoy desolado: ¿Cómo es posible que un sentimiento tan intenso, una vibración tan potente como la que nos une, no tenga un verdadero reflejo en la vida real de todos los días, en la forma de actuar a la hora de enfrentar los problemas y los conflictos del país?

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