ÑANE ÑE'Ê TEETE
ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI
Maitei horyvéva opavavépe
David Galeano Olivera
ÑANE ÑE’Ê TEETE
Por Ilde Silvero – Publicado por ABC Color: 17 de abril de 2011
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Leer original (hacer clic) en: http://www.abc.com.py/nota/nane-nee-teete/
A un gerente argentino de Canal 9 no le gusta que los entrevistados hablen en guaraní en el noticiero y dispuso que si es inevitable, se coloquen viñetas con la traducción al español. Este detalle anecdótico revivió una antigua polémica sobre la conveniencia o no de que todos los paraguayos hablemos nuestras dos lenguas oficiales.
Es una discusión tonta aunque, por lo visto, aún necesaria. Es incomprensible que a esta altura de los tiempos aún existan personas que consideren al guaraní como un obstáculo en el proceso de aprendizaje escolar o en la vida profesional. Esto se discutía hace 50 años, pero los estudios educativos y antropológicos han demostrado que poseer dos idiomas propios es una riqueza de gran valor y un signo de identidad cultural importantísimo.
Jaipuru va’erã ñane ñe’ê teete ápe ha upépe ñambokatupyry haguã ñane retã Paraguay. No se trata de un snobismo exhibicionista ni de un falso patrioterismo, sino de la imperiosa necesidad de preservar y cultivar nuestra identidad nacional, los valores culturales que nos distinguen como pueblo y de los cuales deberíamos estar orgullosos como nación guaraní.
Somos el único país de América en donde la mayoría de los habitantes habla sus dos lenguas oficiales. Esto constituye una riqueza cultural invalorable por la capacidad que hemos demostrado a lo largo de los últimos 500 años de saber conservar la lengua que nos trajeron los españoles y el idioma que hablaban nuestros antepasados aborígenes. Los paraguayos somos mestizos, frutos de la fusión de la cultura de los dos pueblos y eso constituye un hecho histórico que no se puede desconocer.
El guaraní da alma, vibración, emoción y alegría a nuestro espíritu en forma de polkas y guaranias, en los chistes populares, en los ingeniosos ñe’ênga y en tantas expresiones cotidianas al comunicarnos como paraguayos tales como “mba’etekópio”, “che ra’a”, “aña memby”, “aháta aju”, “anína”, “nambre”, “tavyrón”, etc.
Los más grandes músicos y poetas paraguayos han compuesto sus obras en guaraní porque es la primera lengua que utilizaron en sus hogares y al inspirarse para cantarle al amor, a la amistad, a la patria, a los pueblos y valles, les surgen naturalmente las palabras que le brotan del corazón, del sentimiento, de la nostalgia, de lo que siempre han sido sus vidas.
¿Alguien pueden negar su nacionalidad cuando escucha “Tetãgua sapukái”, “Ne rendápe aju”, “Che la reina”, “Che mbo’eharépe”, “Reservista purahéi”, “Che jazmín”, etc.?
Incluso en nuestro peculiar “jopara”, cuando mezclamos inconscientemente el guaraní con el castellano, estamos utilizando un elemento de nuestra identidad cultural, una costumbre profundamente enraizada en nuestra gente, por encima de discusiones académicas o concepciones discriminatorias y despreciativas de las lenguas aborígenes del continente latinoamericano.
Asumir lo que uno es revela madurez intelectual, una conformidad coherente con nuestro pasado y un buen punto de partida para encarar el futuro. Solo si sabemos lo que somos y de dónde venimos, podemos determinar con claridad hacia dónde queremos ir.
Quienes desprecian el guaraní y creen que hablar inglés es lo máximo, han perdido sus raíces y el viento de la globalización los podría convertir en hojas secas de cualquier basural.
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