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FÉLIX DE GUARANIA: SÍMBOLO DE SELVA Y BANDERA

ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI

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David Galeano Olivera

 

 

 

FELIX DE GUARANIA: SÍMBOLO DE SELVA Y BANDERA

Por Luis María Martínez – Diario Ultima Hora (Correo Semanal)

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Nos dejó un hombre ético, un héroe civil de conducta firme e incuestionable. Un ser arropado con el sonido floriano de nuestra música, con el rumor de la selva y el vuelo airoso de nuestra bandera.

Hombre de visible fragilidad física, no le obstaculizó para realizar una labor realmente ciclópea en aras de la cultura. De la cultura nacional casi desprotegida, poco difundida. Y produjo de todo.

Confeccionó diccionarios de la lengua nativa, cual maná para nuestro pueblo. Tradujo al guaraní la Biblia, el Quijote, Martín Fierro, versos de Gustavo Adolfo Bécquer, de García Lorca, los Versos sencillos, de José Martí; las estrofas del Himno Nacional y tantas cosas más. Y versos propios en guaraní y castellano. Formuló notas importantes sobre el guaraní, para el país y para el mundo. “En el campo –dirá– solamente se habla el idioma nativo”. Reconocerá las cualidades del español, mas dice: “No nos resignaremos a la liquidación física de nuestro amado guaraní”.

INNÚMEROS APORTES. Fue uno de los primeros poetas en valorar el papel fundamental en la historia de la patria del Dr. Francia, cuando aún predominaban odios y negaciones rotundas contra el prócer. “Gaspar de Francia;/ tú eres la Patria…/ Con tu celo brujular/ y la espuma sonora de tu cólera…”, expresará en un poema.

Defenderá al indígena en una época en que pocos se preocupaban de los hijos de la tierra, llamándolo a la lucha: “Indio: el arco apronta…”, y además a la unidad para cerrar el paso a los terratenientes: “A los yvy járas/ ¡ganemos la tierra!”. (Hoy la invasión forastera en el Chaco es poco menos que una maldición. Pulverizan los bosques y miserabilizan la geografía… ¡Increíble!)

Reconocerá a los contados combatientes, dueños de un idealismo portentoso, quienes habían marchado a defender a la República Española del fascismo bárbaro y coaligado, que arrojó a la Península a una inmensa catacumba. Aparicio Gutiérrez, destacado póstumamente por Vicente Lamas: “Has saldado tú la deuda que teníamos con España…”; Paiva Palacios, Facundo Duarte, de quienes dirá Félix: “Eras bandera y guitarra/ Coronel Paiva Palacios”. “¡Viva Facundo Duarte/ gloria inmortal a su nombre!”.

En versos de cantarino lirismo destacará Félix a incontables héroes civiles asesinados y hechos desaparecer por la larga dictadura que asoló al país desde 1940: Alberto Candia: “En la lucha era el primero/ ¡Qué combatiente ejemplar!”. Y recordará a Mariano Roque Alonso, Félix H. Agüero, Juan Carlos Rivas, Juan Ojeda, Antonio Alonso Ramírez… y a tantos otros más.

Dará el adecuado valor a numerosos y grandes representantes de nuestra cultura. De José Asunción Flores dirá : “Lo vi por primera vez en Asunción, en 1946, junto a Francisco Alvarenga (autor de ‘Carne de cañón’), en una noche de maravilla”. Y ya en París, en la década del 60, compartirá momentos inolvidables con el mismo: “Lo que más quería era hablar de la patria lejana…”, dirá Félix en tono de nostalgia.

En 1954 dará a conocer su primer poemario: Poemas de noche y alba, pocas pero brillantes páginas, que le costarían a poco el apresamiento y el exilio. Mas, como dirá su compueblano (de Paraguarí) Rolando Goiburú, en el breve prólogo: “Su militancia de proa, padecerá silencios, soportará fatigas, mas continuará su senda”.

Y tras largas penurias y desasosiegos, Félix irá a parar a la Unión Soviética, donde fue contratado como profesor en la Facultad de Filología, de la Universidad “Patricio Lumumba”, y trabajará además en el Departamento de América Latina, de Radio Moscú, donde tenía un espacio en guaraní, tras previa característica musical de la composición Gallito cantor, de Flores. Unos años después retorna a Buenos Aires, para ponerse a pasos de la patria, donde alentó la aparición de numerosos cuadernillos culturales de los más variados matices; y ya en su reducto de Lambaré, tras la caída de la gran cárcel que aplastaba al Paraguay, elabora la Revista Martiana, para difundir lo que aportó el prócer cubano José Martí a los avatares de la América Latina.

CONTRA LA DICTADURA. En la época de la dictadura stronista, contribuyó con su esfuerzo y con su talento en el área de la prensa clandestina. Fue un revolucionario de verdad y no de los que se autoadjudican méritos supuestos. Vivió así una vida de riqueza inusitada.

En la realidad, Félix de Guarania fue el representante de la más pura raíz y lumbre popular, al ser un intelectual preocupado por la suerte y el destino de su pueblo.

En lo ético y estético, Félix relacionó la vida con el verbo; la palabra, con la acción; el inapelable ensueño, con la realidad de lo natural. Y la dialéctica, de su escogimiento doctrinario, fue cual brújula en todo su protagonismo laborador, tanto en sus investigaciones como en los campos de la redacción y posterior edición.

Al llegar al término de su vida, puedo volver a reafirmar con todas las letras lo que ya afirmara en julio de 2005, al referirme a una Antología poética suya que se editaba: “Podemos decir de Félix de Guarania que fue alguien que subió del suelo rocoso de su Paraguarí natal hasta las cúspides exitosas del pensamiento nacional. De simple campesino se tornó en aedo de las pobres gentes del país.”

 

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UNA PALABRA, UN SIGNO, UN MANDATO. POR SUSY DELGADO | POETA

Es muy difícil abarcar en un concepto la dimensión que tuvo la obra o el recorrido vital que hizo una persona como Félix de Guarania. Poeta y estudioso profundo de la lengua, investigador apasionado de la cultura paraguaya, maestro de alma y traductor infatigable de las obras más emblemáticas de la literatura universal a la lengua de sus entrañas, el guaraní, y como si todo esto fuera poco, luchador social inclaudicable, que no se dejó amedrentar por las más duras persecuciones para mantener sus principios y posturas, y convertirlos en siembra de patriotismo para los que quisieran observar su paso discreto, pero sabio y seguro.

Nacido en una cuna humilde, dotado evidentemente de una sensibilidad singular, anduvo un buen trecho de su vida buscando el conocimiento que evidentemente lo atraía en diversas aulas universitarias, entre limitaciones y avatares de todo tipo que debió enfrentar, para alcanzarlo finalmente a pura fuerza de pasión y persistencia, con la profundidad que envidiarían muchos coleccionistas de grandes títulos académicos. En esas mismas condiciones y del mismo modo desarrolló su singular talento, derrochándolo en una profusión de poemarios, con el brillo de un auténtico poeta. Y el mismo itinerario recorrido entre una dura realidad que siempre lo emparentó con los postergados, despertó tal vez en él esa profunda vocación humana que lo hizo rebelarse desde muy joven ante las inequidades y ponerse al servicio de la dignificación de sus hermanos, sin vacilaciones ni retaceos.

En 1989, el año en que acabó esa larga noche de la dictadura, Don Félix regresó del exilio y publicó un libro que constituyó un verdadero canto a la libertad, su mejor saludo a la patria que iniciaba un tiempo de esperanza. “Péina ápe/ aheja che ñe’ë./ Toveve/ toipykúi/ tekove rape/ –decía uno de sus poemas–. Tombota/ tavaygua rokë/ toñatõi iñe’ã,/ tojoka ijapysa!/ (…) Tove/ topu’ã tavaygua/ tojohéi tetã,/ tojevy/ tory,/ taiñasãi vy’a!”. Testimonio indiscutible del concepto que tenía el poeta de la palabra como instrumento de la liberación.

“¡Che retã!/ ¡Che retã!/ Ymaite/ naimevéi/ nendive./Ndachevéi,/ nandevéi. (…) ¡Che retã!/ ¡Che retã!/ ¡Epu’ãna/ eveve,/ nde kupy/ eityvyro/ ha ne sã emondoho!”. Así clamaba en otro poema, en el que dejaba traslucir las dolorosas cicatrices del exilio, sin que ello menguara la firmeza de su llamado a la libertad.

Hoy, cuando el poeta y el hombre concluyeron su ruta, estas palabras recobran un especial significado, porque nos señalan el sentido de una entrega realizada hasta el último aliento. Y aquí encontramos tal vez la clave, el signo de este ser humano inigualable, insustituible, que tuvimos la gran fortuna de tener entre nosotros. Un verdadero yvypóra marangatu que nos deja un legado invalorable, atado a un mandato claro, un desafío imposible de desoír: nos deja su palabra para que la dejemos volar, golpear la puerta de los conciudadanos, romper sus oídos… Para que ellos se levanten y limpien la patria, para que se esparza la alegría…

 

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EL PARAGUAY AMANECIÓ MÁS POBRE. POR RICARDO FLECHA | CANTANTE

En realidad, yo lo conocía leyendo algunas cosas suyas, pero no personalmente. Hasta que tuvimos un encuentro casual en el Centro Juan de Salazar, donde me había comentado que tenía una traducción de “Canción de Verónica”, de Teresa Parodi. Así empezó nuestra relación más íntima, digamos; yo fui a su casa y me pasó la traducción. Pasó el tiempo, y luego nació la idea de El canto de los Karai, que fue posible gracias a este encuentro con Don Félix y a una llamada de un biógrafo de Mercedes Sosa, Rodolfo Braceli, quien quería que dijera unas palabras sobre ella.

Para hablar de Mercedes, utilicé la figura de los Karai, y me remití a la leyenda de los Guaraní, que decía que ellos hablaban con la verdad, guiando a su pueblo hacia la Tierra Sin Mal. Así nace la idea de tender esto a varios otros compositores de América Latina. Con la experiencia que tuve con Don Félix, voy a la casa y le planteo el proyecto. Él me dio sugerencias, que me sirvieron mucho, e iniciamos un trabajo que llegó hasta hace poco antes de su muerte, pues estábamos trabajando en el volumen 3. Es decir, era ya una colaboración que venía desde el año 2003. Para mí es un proyecto que unifica a América Latina, con el sentido que Félix le daba a su obra, con una particularidad, una paraguayidad que hace conectar al mundo entero con su obra. Lo que hicimos fue sintonizar eso, esa idea de la construcción de una sociedad mejor. Y durante todo este tiempo yo pude sentir que estaba frente a un maestro, un Karai Guasu que me guiaba no solamente para hacer buena música, sino que me estaba demostrando que ese era el camino para la construcción de un mundo mejor.

Con respecto a las reacciones que tuvieron los artistas sobre las traducciones que Don Félix hizo de sus canciones, al primero que recuerdo es a Víctor Heredia, quien estaba muy conmovido. Quedó muy impactado por cómo quedó Coraje. Es que tenía una persona ahí en la casa que hablaba en guaraní, y cuando le envié una grabación cantada que hice previamente, le hizo escuchar a esa persona y le pregunto qué decía la canción. Encontró que, al traducir las estrofas de nuevo al español, se encontraba con que decía lo mismo que él quiso comunicar en español, pero más bello.

Prácticamente lo mismo sucedió con Chico Buarque, con Silvio Rodríguez, con Luis Eduardo Aute, con Teresa Parodi. Yo les iba explicando lo que Félix hacía con las canciones: no traducciones literales solamente, sino también interpretaciones de las ideas. El caso más emblemático para mí es el de Imagine, pues los mismos principios éticos que defiende Lennon en esa canción están perfectamente de acuerdo con lo que los Karai pensaban de la vida cientos de años atrás. Félix interpretó de manera extraordinaria ese pensamiento.

Creo que perdimos a un gran hombre, a un gran artista. El Paraguay amaneció más pobre.

 

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UN KARAI GUASU DE LA LENGUA. POR FELICIANO ACOSTA | POETA

Don Félix de Guarania fue un hombre admirable por su tenacidad y humildad. Vivió intensamente. Fiel a sus convicciones políticas y sociales, conoció el encerramiento, el confinamiento y un largo e injusto destierro. En el exilio no olvidó su compromiso con el pueblo.

Regresó al país después de la caída del dictador Alfredo Stroessner y escribió sobre la lengua y en la lengua de la mayoría de los paraguayos.

Don Félix, un karai guasu de la lengua guaraní, el poeta de los indígenas, de los pobres, acalló su voz, pero su canto sonoro y rotundo nos dejó como legado en sus numerosos libros.

Fue un conocedor profundo de la lengua guaraní. A lo largo de décadas, ha escrito libros sobre gramática guaraní, diccionarios de esa lengua, hizo traducciones importantes de autores no menos importantes como José Martí, Gustavo Adolfo Bécquer, Quevedo, Cervantes, entre otros. Además escribió en guaraní obras de teatro, de cuentos y de poesía, sin olvidar que también era un gran escritor en castellano.

Todos estos méritos suyos hay que tenerlos en cuenta, sobre todo porque la vida no fue muy fácil para él: muy joven estuvo confinado en el Chaco, donde enfermó gravemente. Me solía relatar penurias que pasaba en ese paraje adonde fue tirado por el Gobierno de turno. Él sobrevivió a eso, pero aún tuvo otras persecuciones, sufrió el destierro, pero llevó el guaraní y lo transmitió, por ejemplo, a través de Radio Moscú, y en otros centros donde pudo utilizar su lengua materna.

Siempre participaba en los eventos culturales que se realizaban en la capital y en el interior del país.

El último encuentro fue en el Bar San Roque, cuando Carlos Martínez Gamba ganó el Premio Nacional de Literatura; luego empezó a enfermar, y ya no lo pude ver.

Fue un ser humano genial, muy amigo de sus amigos, hombre sencillo, de mucha sabiduría.

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